No eres buena escritora...Nunca dijiste la verdad

Hace bastante que no me veo expandiendo palabras acá, mejor dicho vomitando mi verdad.
Es que me pasaron cosas muy variadas que terminaron por callarme: antes, escribía para analizarme, y me daba vueltas hasta que encontraba en alguna oración la resolución a mi problema. Ahora, es distinto: Sé lo que me pasa, ya lo analicé, y no puedo volcarlo por miedo. Por miedo a encontrarle otra respuesta, y volver a la tristeza de quien falla de nuevo.
Pero fallar y equivocarse, es parte del crecimiento personal, y por más vueltas que le dé, no volvería atrás. Sé lo que decidí en su momento, sé lo que consideré correcto (y tal vez no, también) porque todo me lleva a ser quien soy hoy.
No estoy arrepentida de ello, puesto que con firmeza cada vez crece en mi mayor seguridad. Y convicción.
Todo lo que me ha pasado, es porque debía pasarme, y aunque quisiera burlar el destino, me volvería a encontrar con aquellas personas destinadas a toparse conmigo. Ese tipo de camino no puede esquivarse, cuando hay que atravesarlo, no existe otra opción.
Me tocó vivir el sueño y tocarlo muy de cerca. Trabajé y formé parte de la escena under del teatro musical Argentino, siendo una principiante con algunas facilidades en el canto y dificultades importantes en otras disciplinas. Me eligieron,vieron que yo podía (quizás hay una chispa invisible para mí), me entrenaron, y salí a actuar como alguien que denota años de estudio. Compartí cartel junto a grandes del teatro en la Avenida más importante de Capital federal. La avenida de las leyendas. Todo fue tan repentino e inesperado, que sentí no estar preparada mentalmente para asimilarlo. Iba y hacía la función todos los viernes, volvía a casa y me sentía sola.
A su vez creció mi proyecto de banda, de otra forma inesperada conseguimos fechas muy lindas y nos expandimos más allá de nuestra zona.
Daba clases en una academia, mi escaso sueldo me servía para darme gustos que considero muy míos (discos, entradas para recitales, y vacaciones) y terminaba mis estudios en el instituto.
Estaba inmensamente orgullosa de todo lo que estaba logrando de la mano de personas entusiastas y valientes, sobretodo quiero recalcar esa palabra, valientes .
Salir a la escena under (del teatro musical, de las bandas de rock) no es terreno apropiado para muchos, y como una ignorante total del tema, me metí de lleno sin dudar. Me encontré con discriminación, intolerancia, burlas (Porque la mayoría de los hombres no concibe la idea de una banda femenina que no haga música con intenciones de sonar parejo y bien, sino para "calentar")
Porque si me pongo un short y una remera corta, no estoy pensando en afinar y ser una buena cantante. Que errada está mucha gente: La ropa que decido usar es la que se adhiere a mis formas naturales. Y orgullosa he estado de eso también. No puedo reprimirlo.
Haciendo un hincapié en el tema banda, personalmente crecieron mucho mis contactos y se acercaron personas que hoy forman parte de mi circulo amistoso. Vino alguien a mi vida, que me llenó de incógnitas, me permitió formularme preguntas y asegurarme un "¿Por qué no? tengo noción de haber hecho cosas mas graves". De repente todo lo que escribía me llevaba a un punto sin retorno. No encontraba mis resoluciones, había una alternativa que quería ser realidad.
Porque después de bajar el telón, culminada la nota final en un show, había algo que tenía en claro: Lo que me faltaba, era lo más simple. Amor.
Lo que no me permitía disfrutar de lleno cada uno de mis proyectos, era saber que la alegría y la satisfacción son sentimientos que si no se comparten, se vuelven efímeros. Puros descuidos propios: Mi falencia, era por mi falta de tiempo. Yo me descuidé, pero me sirvió para entender que tener muchos proyectos en diversos ambientes está bueno, pero que alguien te haga sentir acompañada en tu revolución interior, está muchísimo mejor.
Y cerré mi año de esa forma, haciendo ultimas presentaciones y  galas de mis alumnos, desastrosas pero exitosas, porque los nervios me consumían, pero acompañada, un simple mensaje de aliento me permitía cambiar la cara y el humor.
Nada es tan grave, tampoco el amor (por más difícil que se nos presente) y mucho menos el error.
El amor nunca está mal si es el complemento que me hace falta.
Asimismo, es mi karma. Porque entendí esto cuando dicha persona me cerró sus puertas. Decir que no la extraño sería absurdo, porque ante todo, yo estoy cansada de mentirme. Y si escribo un te extraño, es porque lo siento. Si esos acordes melancólicos me recuerdan algo, es porque en la música encuentro mi verdad. Si dedico unas palabras a alguien, puedo estar enojada y usarlo de descargue, pero cuando las hojas se tornan amarillas, las leo con nostalgia y esa descarga de energía se vuelve el motor que le da vida a mi poesía. Y lloro, me emociono.
Esta es mi forma poética de vida y lo mejor, es que estoy viva. Como vos.



Euge.